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Accesibilidad en el subte: una minoría desatendida
Fecha: 6 de noviembre de 2023
En una mañana más en la Ciudad de Buenos Aires sus habitantes salen a la calle para dirigirse al trabajo o escuela. Sofia Bernasconi, quien se mueve en silla de ruedas, reside en el barrio de Almagro a dos cuadras de la estación Rio de Janeiro perteneciente a la línea A del subte de la Ciudad. Este recorrido la podría dejar en la estación de Plaza de Mayo, a una cuadra del Banco Hipotecario donde ella trabaja, pero la falta de un ascensor que le permita entrar y salir de la estación de Rio de Janeiro, la obliga a elegir en su viaje al trabajo otro medio de transporte o tener que hacer otras siete cuadras hasta la estación Castro Barros que no le es "tan cómodo y sencillo".
Según cifras reportadas por Emova, la concesionaria del subte de la Ciudad, unas 900 mil personas diariamente utilizan el subterráneo como medio de transporte.
En el caso de Sofía, la falta de ascensores es solo la punta del iceberg. La accesibilidad, según la ley, implica "gozar de las adecuadas condiciones de seguridad y autonomía", pero las carencias van más allá de la ausencia de dispositivos mecánicos. Pasamanos incompletos en escaleras, ascensores fuera de servicio y falta de información actualizada en la página web de Emova son solo algunos de los obstáculos cotidianos que enfrenta Sofía. La realidad contradice las promesas legales y las supuestas mejoras que se implementan desde 1999, según Subterráneos de Buenos Aires S.E. (SBASE).
El plan de accesibilidad, que se extiende por dos décadas, es la respuesta que Sofía y otros usuarios obtienen al plantear sus preocupaciones. SBASE alega estar rediseñando este plan debido a la pérdida de pasajeros después del COVID-19, pero las mejoras no llegan lo suficientemente rápido para aquellos que dependen del subte diariamente. Mientras la empresa estatal reconoce el problema, atribuye la falta de avances a la antigüedad de la red y la escasez de recursos.
Sofía, como muchas personas con movilidad reducida, ante esta falta de accesibilidad renunció a tratar de tomar este medio de transporte, porque sabe que la realidad es muy distinta a lo que dicen las leyes. La mayoría de las veces que intentó usar el subte se encontró con que los ascensores no funcionaban.
Otro de los problemas a los cuales se enfrentó es información desactualizada de la página web de Emova, donde se debe publicar debido una demanda judicial a la empresa, el estado de los medios de elevación. La información de estos estados siempre que Sofia se apoyó en ella, se encontraban desactualizados y la realidad contradecía la información del sitio web. "Esa vez que controlé primero, llegué a la estación Acoyte porque me decía que funcionaba el ascensor y cuando no funcionaba. Me fijé en la aplicación desde el celular y decía que estaba habilitado y funcionando", exclamó.
Ella no es la única que se siente esto. Según un relevamiento realizado por la Defensoría del Pueblo de la Ciudad, de las 90 estaciones que tiene la red de subtes, solamente 40 tienen accesibilidad plena, 5 de manera parcial (plenamente accesibles en un solo sentido) y de las 45 que no son plenamente accesible en ninguno de sus dos sentidos, cinco no de ellas no cuentan con ningún medio de acceso asistido. Además, el 52% de las estaciones de subte carece de ascensores, el 40% no tiene escaleras mecánicas, el 28% no tiene pasarelas, el 24% no tiene rampas, y el 16% no tiene baños accesibles.
En un informe realizado por la defensoría en el último trimestre de 2022, se registró un promedio diario de ascensores detenidos de 12 y el de escaleras 18 con registros máximos de 22 ascensores (20%) y 30 escaleras (11%) fuera de servicio principalmente en las líneas D, B y E. Con medios de elevación con más de 100 días de fecha en este periodo como el ascensor N° 1 de la Estación Facultad de Medicina de la línea D.
¿Qué dice SBASE al respecto? La empresa estatal, que es la responsable de planificar, administrar y controlar el subte, reconoce que hay un problema de accesibilidad, pero lo atribuye a la falta de recursos. La empresa justifica la falta de accesibilidad en que la gran mayoría de las líneas de la red de subte supera con creces los 70 años de antigüedad, lo que puede evidenciar las razones por las cuales las estaciones, especialmente las más antiguas, no cumplen con los estándares de accesibilidad, inclusión y comodidad que se esperan y demandan en la actualidad para las personas con movilidad reducida.
"Esto explica la existencia de numerosas barreras físicas, edilicias, urbanas y arquitectónicas que, en ocasiones, son insalvables debido a las interferencias presentes en la superficie y bajo el suelo", resaltó el área de prensa de SBASE.
Otra de las justificaciones que da SBASE es la comparativa con subterráneos de otros países, pero cómo estamos respecto al mundo. La comparación con otros subtes centenarios nos deja en un lugar intermedio. Según un informe del año 2020 de la empresa responsable del subte, la línea de subterráneos de Buenos Aires se encuentra en el séptimo lugar en el ranking mundial de accesibilidad para personas con movilidad reducida, entre las ciudades con metros centenarios pioneras en brindar accesibilidad.
La ciudad de Barcelona ocupa el primer lugar con un 91% de accesibilidad y le siguen Tokio (82%), Boston (72%), Chicago (71%), Berlín (63%), Madrid (63%) y luego Buenos Aires que se sitúa en la séptima posición del ranking con un 64%, siendo superado por subterráneos fundados antes que los porteños.
Este posicionamiento refleja los esfuerzos realizados por SBASE para mejorar la accesibilidad en el subte y equipararse a los estándares internacionales. Sin embargo, este porcentaje sigue siendo insuficiente y no refleja la realidad que viven las personas con discapacidad en el subte.
El impacto económico por la falta de accesibilidad en el subte es otro aspecto en el que Sofia se ve forzada a elegir un entre una sola opción. Según datos relevados en septiembre de 2023 desde el sitio web del gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, el costo del kilómetro en subte es de $80, mientras que el del kilómetro en taxi es de $600.
Esto significa que una persona que usa el subte para trasladarse gasta 7,5 veces menos que una que usa el taxi. Muchas personas con discapacidad no tienen otra opción que trasladarse en taxis, utilizando aplicaciones como Uber o cualquier otro medio de transporte que implique un auto particular, porque el subte no les ofrece las condiciones de accesibilidad necesarias.
"Yo me tuve que comprar un auto, tengo que pagar cochera, pagar seguro, pagar la nafta, me ponen multas. No tener el derecho de moverme libremente por la Ciudad en el transporte público me perjudica económicamente", dice Sofía, quién optó y tuvo la posibilidad de comprar un auto para poder moverse libremente por la ciudad.
Que Sofía no pueda bajar a la línea A en la parada Río de Janeiro demuestra la desatención a una parte de la ciudadanía de la Ciudad que peca de ser el 4,9% de la población según el Censo 2022. La accesibilidad es, por tanto, un derecho humano y una condición indispensable para la inclusión social, la participación ciudadana y la calidad de vida de las personas con discapacidad.
Sin embargo, la accesibilidad en el subte de Buenos Aires está lejos de ser una realidad. A pesar de las leyes, las demandas, las obras y las promesas, al menos el 50% de las estaciones del subte sigue colocando al mismo como un medio de transporte inaccesible para una parte de la población, que se ve privada de ejercer su derecho a la movilidad y a la autonomía. El subte es una deuda pendiente con una minoría desatendida.